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sábado, 4 de octubre de 2008

Rafael Santos Torroella, amigo

Rafael Santos Torroella y Ramón Gaya (1973)
Fotografía: José Antonio Coderch

Rafael Santos Torroella (derecha) y J.A. Coderch (1970)

Además de buen poeta, Rafael Santos Torroella era crítico de arte (el mejor experto en Dalí), profesor de Historia del Arte, dibujante y pintor. Tenía un gran entusiasmo, vitalidad y capacidad de hacer mil cosas.

Era amigo de muchísimos escritores y artistas. Un día me regaló un libro de poemas de Neruda (Estravagario) dedicado por su autor: "Para Elvira con una flor, Pablo Neruda, 1971", y una flor dibujada con rotulador verde.

En la primera foto le vemos con el pintor Ramón Gaya, y en la segunda con mi padre. Como dice su mujer, Maite Bermejo, "Rafael y José Antonio eran como hermanos". Es cierto, yo no he visto amigos que se quisieran tanto como ellos... Disfrutaban igual charlando o compartiendo silencios: unas veces Rafael pintaba y mi padre leía o hacía solitarios; otras veces era Rafael quien leía y mi padre escuchaba música. Me gusta recordarlo, es como si los tuviera más cerca. Por suerte, sigo teniendo a Maite, que lo recuerda todo, todo, todo. ¡Ojalá llegue a sus años con la cabeza tan clara como ella! Algunas personas pierden la memoria pero no el cariño, otros al cumplir años se vuelven egoístas, pero Maite no: sigue siendo tan inteligente y buena amiga como siempre.

Rafael Santos Torroella, poeta

Cuaderno de poemas de Rafael Santos Torroella
Portada de Joan Miró

Joan Miró

La luna, el reptil, el perro,
la onda, el sexo, la estrella,
el barro, la piedra, el hierro,
la mano, el ojo, la huella.

El caracol, la raíz,
el paisaje y quien lo anima,
el azadón, la lombriz,
la mesa y su pan encima.

Un punto, un punto, otro punto,
la constelación, el mar,
el hombre cierto o presunto,
el cuenco, el torno, el alfar.

El apero, la masía,
el ala, el pájaro, el vuelo,
la mujer, la noche, el día,
el diente, el garfio, el anzuelo.

Rafael Santos Torroella
(Port-Bou, 1914 – Barcelona, 2002)

Homenaje a Rafael, de todos mis tíos, aunque no de sangre, el más querido.

Más información en: La Vanguardia.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Ramón Gaya: pintura

Ramón Gaya, Acuarela (1973)

Pido disculpas por la mala calidad de la fotografía de esta acuarela. No la he sacado de su marco, y el cristal refleja la cámara digital. El autor me regaló este cuadro en el verano de 1973, junto con un retrato que me hizo cuando pasó unos días en la casa de mis padres en el Alto Ampurdán. Son dos barcas en la playa de Port Llançà, con el mar detrás y montañas al fondo. Para ver mejor la obra de este gran pintor, recomiendo una visita virtual al Museo Ramón Gaya en Murcia

Así como los fragmentos de El Silencio del Arte que he citado anteriormente son una apasionada oda a su maestro Velázquez –palabras profundas y quizás algo radicales, a mi parecer muy interesantes–, el estilo de su pintura, en cambio, es de una serenidad enorme. Esa mirada transparente que él admiraba en Velázquez también aparece en su propia obra. Sus palabras, habladas o escritas, podían ser muy apasionadas, pero su arte es elegante y sereno.

Cuando Ramón Gaya, Rafael Santos Torroella y mi padre hablaban de arte y de todo lo divino y lo humano, yo callaba y escuchaba, como mucho algunas veces preguntaba. Tenía 19 años y estaba estudiando Historia del Arte: era todo un privilegio poder disfrutar y aprender de esas charlas. Me alegro mucho de haber conocido a este gran artista.