ENTREVISTA: ARQUITECTURA Glenn Murcutt
"La arquitectura debe ser una respuesta. No una imposición"
Anatxu Zabalbeascoa. El País, 18 de Junio, 2005
"La arquitectura debe ser una respuesta. No una imposición"
Anatxu Zabalbeascoa. El País, 18 de Junio, 2005
Ganó el Premio Pritzker este año con un puñado de casas sembradas en el paisaje de Australia. Él es su estudio y sólo acepta encargos para dentro de cinco años. Sin embargo, el arquitecto australiano más famoso de todos los tiempos no es ni un excéntrico ni un ermitaño. Es un hombre de mundo. Reparte lecciones magistrales en las aulas de las mejores universidades del planeta.
Uno esperaría poco más que un anacoreta. Un tipo sensible e introvertido centrado en sus casas longitudinales y casi anclado en la tierra árida de Australia. Pero en el hall del hotel aparece un hombre risueño, contagiosamente alegre y simpático. Tan vehemente en sus afirmaciones que esa pasión eleva el tono de su voz y su rostro cuando responde. Su discurso es didáctico. Delata que está acostumbrado a hablar a estudiantes y revela que, cuando no está en su granja de canguros o entretenido construyendo una casa, Glenn Murcutt (Londres, 1936) está curioseando o dando conferencias por el mundo.
"Mis casas son una manera de pensar. No necesito hacer grandes edificios para sentir que soy importante"
PREGUNTA. ¿Por qué ha elegido no crecer, formar un estudio de una sola persona?
RESPUESTA. Porque me gusta lo pequeño. Porque valoro la independencia y, sobre todo, porque he podido permitírmelo.
P. ¿Por qué sigue haciendo viviendas? Habitualmente los arquitectos al ser reconocidos abandonan una tipología tan problemática y tan poco rentable.
R. Mis casas son una manera de pensar. Yo debo de ser uno de los pocos arquitectos con amor a la humanidad. Es cierto, la arquitectura doméstica exige un esfuerzo enorme y paga mal, pero determina nuestra vida. No necesito hacer grandes edificios para sentir que soy importante. No creo que lo mayor sea lo mejor. Mi padre me dio un consejo: "No tengas prisa por llegar al éxito. Y si llegas, ten mucho cuidado". Podría haber hecho un hotel de 75 habitaciones hace treinta años.
P. ¿Por qué no lo hizo?R. Porque no estaba preparado. No me gustaría tener que hacer algo para lo que no me siento preparado. El arquitecto español José Antonio Coderch fue fundamental en mi vida profesional. Me liberó de mis propias ataduras. Como arquitecto, yo me creía algo tonto porque no acertaba a diseñar con rapidez. Todos los proyectistas que conocía diseñaban más rápido que yo. Tomaban las decisiones con gran eficacia. Y yo no lo conseguía. Los nuevos proyectos me ponían nervioso. Me causaban ansiedad. Visitaba el terreno durante el día. Durante la noche. En días soleados para ver los ángulos de incidencia del sol y cuando soplaba el viento. Olía la tierra, comprobaba su nivel de agua, la geología. Yo siento mucho respeto hacia la tierra y antes de ir a meter mi mano tengo que auscultarla. Una casa en el paisaje debe mejorarlo y si no lo mejora debe, al menos, asimilarse a él, debe verse lo menos posible. En 1973 gané un premio que me permitió viajar durante cuatro meses. Llegué a Barcelona. Yo era un joven sin obra. Sólo tenía dudas y miedos. Y Coderch me dedicó un día y medio. Era casi un anciano y me dijo que cada proyecto nuevo le quitaba el sueño. Eso me liberó. Al regresar a Australia comencé a discutir con el arquitecto que me tenía empleado. Decidí independizarme. Se me juntó todo: recesión, falta de trabajo y dos niños. Resultó ser un momento óptimo. Aprendí a vivir con frugalidad. Y luego he pasado a creer que la mejor arquitectura nace de la frugalidad.
P. ¿Podría trabajar en algún lugar que conociera menos que Australia? ¿Sus casas necesitan el paisaje australiano?
R. Todos podemos trabajar en muchos sitios. La cuestión es si queremos o no hacerlo. Me he dado cuenta de que la mayoría de los que llamamos arquitectos internacionales no toman en cuenta lo local. Para hacer un edificio, uno necesita conocer dos cosas, el terreno y la cultura del terreno. El terreno puede llegar a conocerse. La cultura es más difícil, cuesta años. ¿Cómo se puede construir una casa en España sin hablar español? El idioma y la cultura crean estilos. Las culturas distintas producen cosas distintas. Yo no creo que un edificio apropiado para Nueva York lo sea también para una ciudad española. Tampoco me interesan las diferencias por ser diferentes. Me importa muy poco amanecer los lunes con nuevas ideas. Si las diferencias nacen del conocimiento y el entendimiento de un lugar, de una tecnología, perfecto. Lo demás no me interesa. Claro que podría construir fuera de mi país. Si la arquitectura resultase apropiada o no es otra cuestión.
P. ¿Es más fácil defender la sostenibilidad en un país como Australia, con áreas todavía vírgenes?R. Probablemente. En muchos aspectos, somos los líderes mundiales en la construcción sostenible. Somos conscientes de la importancia de la flora porque no nos queda más remedio: somos un gran país con poco agua. Sabemos que en sus primeros veinte años de vida, un árbol recoge CO2 y suelta oxígeno. Cuando el árbol tiene treinta años, su nivel de ingesta de CO2 y de desprendimiento de oxígeno se compensa. ¿Qué quiere decir eso? Que los bosques deben regenerarse todo el tiempo. No sólo cuando sustituimos la madera que hemos cortado. En Australia hemos aprendido esa obligación de una manera muy dura: donde no hay bosque no hay lluvia. Los científicos han descubierto que en una de cada quinientas gotas de agua hay una molécula que llega de los bosques, de la transpiración de los árboles. Los bosques producen lluvia y la necesitamos. El agua terminará por convertirse en uno de los lujos del planeta y somos conscientes de que, si queremos vivir, necesitamos agua.
P. A quién representan sus casas ¿a Australia?, ¿a usted?, ¿a sus clientes?
R. A todo eso. Y a la tecnología y los materiales disponibles en un tiempo y un lugar. La arquitectura debe ser una respuesta. No una imposición. La mayoría de los arquitectos que construyen edificios extraños asegura que lo hace porque ahora la tecnología lo hace posible. Eso me parece absurdo. Poder hacer una cosa no legitima hacerla. En miles de años las necesidades básicas de la humanidad no han variado. Necesitamos soluciones para los problemas reales, no inventar problemas para poder epatar con nuevas soluciones.
P. ¿Qué buscan quienes están dispuestos a esperar hasta cinco años a que les haga una casa? ¿Y qué le decide a usted a aceptar los encargos?R. Acepto muy pocos encargos porque el tiempo no me da para más. Una persona que acepta esperar entre tres y cinco años para empezar a hablar de una casa es, ya de entrada, un buen cliente. Si están de acuerdo, los entrevisto. Yo a ellos, no ellos a mí. De mis clientes me interesa todo: lo que piensan, lo que leen, lo que comen, si les gusta o no el arte y qué tipo de arte.
P. ¿Cómo pueden datos tan personales afectar a una vivienda?R. Una casa es como un traje. Los mejores son a medida.
P. ¿Qué ocurre si cambian de vida, de familia, de prioridades?
R. El cambio está previsto. Ellos llaman a mi puerta porque les gusta cómo hago yo las casas. Y mis casas quieren ser como el paisaje: están vivas.
P. Habla de una lección aprendida en la infancia: la necesidad de hacerse amigo del paisaje. ¿Cómo puede uno hacerse amigo del paisaje?
R. Un arquitecto noruego escribió que hasta que no se es capaz de disfrutar del crujido de la nieve bajo una pisada no se llega a comprender el paisaje de su país. En mí país, si no has oído ni olido el cambio del día de verano a la noche estival no conoces la tierra. Y conocer es querer.
P. Su enfoque arquitectónico es biográfico y biológico a la vez. ¿La vida, la experiencia han alterado su escala de valores profesional?R. Lo que yo valoro en la arquitectura lo aprendí de mi padre. Un principio es un principio y los principios no son flexibles ni se hacen preguntas, son reglas fijas. Sin embargo, debes admitir el cambio si quieres encontrar mejores respuestas. Nunca pensé en la arquitectura como un objetivo a perseguir sino como algo a descubrir. No tengo la sensación de crear cosas, pero sí de descubrir maneras de hacer. Para mí el mundo es un territorio por descubrir y lo que determina la obra del arquitecto es la manera en que trata de descubrirlo. A los estudiantes les doy siempre dos consejos: que sean pacientes porque la arquitectura necesita tiempo, y que observen. Quien observa termina por ver.
RESPUESTA. Porque me gusta lo pequeño. Porque valoro la independencia y, sobre todo, porque he podido permitírmelo.
P. ¿Por qué sigue haciendo viviendas? Habitualmente los arquitectos al ser reconocidos abandonan una tipología tan problemática y tan poco rentable.
R. Mis casas son una manera de pensar. Yo debo de ser uno de los pocos arquitectos con amor a la humanidad. Es cierto, la arquitectura doméstica exige un esfuerzo enorme y paga mal, pero determina nuestra vida. No necesito hacer grandes edificios para sentir que soy importante. No creo que lo mayor sea lo mejor. Mi padre me dio un consejo: "No tengas prisa por llegar al éxito. Y si llegas, ten mucho cuidado". Podría haber hecho un hotel de 75 habitaciones hace treinta años.
P. ¿Por qué no lo hizo?R. Porque no estaba preparado. No me gustaría tener que hacer algo para lo que no me siento preparado. El arquitecto español José Antonio Coderch fue fundamental en mi vida profesional. Me liberó de mis propias ataduras. Como arquitecto, yo me creía algo tonto porque no acertaba a diseñar con rapidez. Todos los proyectistas que conocía diseñaban más rápido que yo. Tomaban las decisiones con gran eficacia. Y yo no lo conseguía. Los nuevos proyectos me ponían nervioso. Me causaban ansiedad. Visitaba el terreno durante el día. Durante la noche. En días soleados para ver los ángulos de incidencia del sol y cuando soplaba el viento. Olía la tierra, comprobaba su nivel de agua, la geología. Yo siento mucho respeto hacia la tierra y antes de ir a meter mi mano tengo que auscultarla. Una casa en el paisaje debe mejorarlo y si no lo mejora debe, al menos, asimilarse a él, debe verse lo menos posible. En 1973 gané un premio que me permitió viajar durante cuatro meses. Llegué a Barcelona. Yo era un joven sin obra. Sólo tenía dudas y miedos. Y Coderch me dedicó un día y medio. Era casi un anciano y me dijo que cada proyecto nuevo le quitaba el sueño. Eso me liberó. Al regresar a Australia comencé a discutir con el arquitecto que me tenía empleado. Decidí independizarme. Se me juntó todo: recesión, falta de trabajo y dos niños. Resultó ser un momento óptimo. Aprendí a vivir con frugalidad. Y luego he pasado a creer que la mejor arquitectura nace de la frugalidad.
P. ¿Podría trabajar en algún lugar que conociera menos que Australia? ¿Sus casas necesitan el paisaje australiano?
R. Todos podemos trabajar en muchos sitios. La cuestión es si queremos o no hacerlo. Me he dado cuenta de que la mayoría de los que llamamos arquitectos internacionales no toman en cuenta lo local. Para hacer un edificio, uno necesita conocer dos cosas, el terreno y la cultura del terreno. El terreno puede llegar a conocerse. La cultura es más difícil, cuesta años. ¿Cómo se puede construir una casa en España sin hablar español? El idioma y la cultura crean estilos. Las culturas distintas producen cosas distintas. Yo no creo que un edificio apropiado para Nueva York lo sea también para una ciudad española. Tampoco me interesan las diferencias por ser diferentes. Me importa muy poco amanecer los lunes con nuevas ideas. Si las diferencias nacen del conocimiento y el entendimiento de un lugar, de una tecnología, perfecto. Lo demás no me interesa. Claro que podría construir fuera de mi país. Si la arquitectura resultase apropiada o no es otra cuestión.
P. ¿Es más fácil defender la sostenibilidad en un país como Australia, con áreas todavía vírgenes?R. Probablemente. En muchos aspectos, somos los líderes mundiales en la construcción sostenible. Somos conscientes de la importancia de la flora porque no nos queda más remedio: somos un gran país con poco agua. Sabemos que en sus primeros veinte años de vida, un árbol recoge CO2 y suelta oxígeno. Cuando el árbol tiene treinta años, su nivel de ingesta de CO2 y de desprendimiento de oxígeno se compensa. ¿Qué quiere decir eso? Que los bosques deben regenerarse todo el tiempo. No sólo cuando sustituimos la madera que hemos cortado. En Australia hemos aprendido esa obligación de una manera muy dura: donde no hay bosque no hay lluvia. Los científicos han descubierto que en una de cada quinientas gotas de agua hay una molécula que llega de los bosques, de la transpiración de los árboles. Los bosques producen lluvia y la necesitamos. El agua terminará por convertirse en uno de los lujos del planeta y somos conscientes de que, si queremos vivir, necesitamos agua.
P. A quién representan sus casas ¿a Australia?, ¿a usted?, ¿a sus clientes?
R. A todo eso. Y a la tecnología y los materiales disponibles en un tiempo y un lugar. La arquitectura debe ser una respuesta. No una imposición. La mayoría de los arquitectos que construyen edificios extraños asegura que lo hace porque ahora la tecnología lo hace posible. Eso me parece absurdo. Poder hacer una cosa no legitima hacerla. En miles de años las necesidades básicas de la humanidad no han variado. Necesitamos soluciones para los problemas reales, no inventar problemas para poder epatar con nuevas soluciones.
P. ¿Qué buscan quienes están dispuestos a esperar hasta cinco años a que les haga una casa? ¿Y qué le decide a usted a aceptar los encargos?R. Acepto muy pocos encargos porque el tiempo no me da para más. Una persona que acepta esperar entre tres y cinco años para empezar a hablar de una casa es, ya de entrada, un buen cliente. Si están de acuerdo, los entrevisto. Yo a ellos, no ellos a mí. De mis clientes me interesa todo: lo que piensan, lo que leen, lo que comen, si les gusta o no el arte y qué tipo de arte.
P. ¿Cómo pueden datos tan personales afectar a una vivienda?R. Una casa es como un traje. Los mejores son a medida.
P. ¿Qué ocurre si cambian de vida, de familia, de prioridades?
R. El cambio está previsto. Ellos llaman a mi puerta porque les gusta cómo hago yo las casas. Y mis casas quieren ser como el paisaje: están vivas.
P. Habla de una lección aprendida en la infancia: la necesidad de hacerse amigo del paisaje. ¿Cómo puede uno hacerse amigo del paisaje?
R. Un arquitecto noruego escribió que hasta que no se es capaz de disfrutar del crujido de la nieve bajo una pisada no se llega a comprender el paisaje de su país. En mí país, si no has oído ni olido el cambio del día de verano a la noche estival no conoces la tierra. Y conocer es querer.
P. Su enfoque arquitectónico es biográfico y biológico a la vez. ¿La vida, la experiencia han alterado su escala de valores profesional?R. Lo que yo valoro en la arquitectura lo aprendí de mi padre. Un principio es un principio y los principios no son flexibles ni se hacen preguntas, son reglas fijas. Sin embargo, debes admitir el cambio si quieres encontrar mejores respuestas. Nunca pensé en la arquitectura como un objetivo a perseguir sino como algo a descubrir. No tengo la sensación de crear cosas, pero sí de descubrir maneras de hacer. Para mí el mundo es un territorio por descubrir y lo que determina la obra del arquitecto es la manera en que trata de descubrirlo. A los estudiantes les doy siempre dos consejos: que sean pacientes porque la arquitectura necesita tiempo, y que observen. Quien observa termina por ver.
Nota de Elvira Coderch: En el año 1973 José Antonio Coderch tenía 59-60 años.
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En este enlace está la web dedicada a la obra de J.A. Coderch de Sentmenat.
10 comentarios:
Me ha encantado la entrevista. Estoy de acuerdo con mucho de lo que dice. Ayer mismo fui a comer a la sierra de Madrid y una vez más vi las casas tan horribles que se hacen, y sin criterio. Ayer nos horrorizamos ante una casa que hubiera sido preciosa en una playa de ibiza o en almeria, pero no en la sierra de Guadarrama.
De todos modos aunque vaya de arquitecto humano, todos estos arquitectos son muy estrellitas. ¿ 5 años esperando para que me haba una casa?. Lo siento pero creo que no.
Pues sí, puede ser, pero no me da la sensación de que vaya de "estrellita" por la vida. A mí me parece que para hacer las casas como a él le gusta, necesita empaparse bien, tiempo, amor, dedicación. Aunque gane mucho menos dinero que si hiciera más casas más rápido. Pero coincido contigo en que 5 años es una barbaridad. Hay que desearlo mucho para esperar tanto.
A mi me parece bien que se tome su tiempo y todo eso, que le dedique tiempo y estudio, pero de ahí venga usted " vale le hago la casa pero siéntese a esperar 5 años"...demasiado.
Yo no creo que tarde 5 años en hacerla, sino que se necesitan 5 años para que le llegue el turno al nuevo encargo, porque tiene las casas en las que está trabajando ahora y otras en la lista de espera. Está MUY solicitado!! :-)
Cinco años no son tantos si piensas los que te quedan para disfrutar de tu casa. Suponiendo que no seas tan mayor que no puedas esperar.
Me ha gustado la entrevista.
Un beso
Si no eres tan mayor te puede valer la pena, desde luego. A mí también me encanta esta entrevista, admiro a las personas que trabajan así. Un beso
Hermoso homenaje, querida. Ya veo de dónde te viene a ti la pasión por la arquitectura...
Cinco años, ¿por qué no? La prisa es uno de los mayores obstáculos del hombre contemporáneo. Si puedes pagar una casa diseñada por Murcutt, puedes esperar cinco años; incluso más.
Interesante entrada. Un beso.
Gracias, Ana. Sí, seguro que vale mucho la pena, desde luego. Y las prisas no son buenas, pero me sigue pareciendo mucho!!
De ahí me viene la pasión por la arquitectura, la fotografía y la música. La pasión por las flores me viene de mi madre. :-)
Besos
Caray, Elvira!, había ido postergando este texto porque voy apresuradilla con los tiempos, ¡ y mira lo que me encuentro! Qué hermoso homenaje a tu padre! es de verdad hermoso que una persona ( y más si es reconocidamente CON talento) diga de otra lo que dice, que quedó en su memoria ese concepto generoso y humano. ES FANTÁSTICO! Me alegro mucho
Obviamente la persona que hace el comentario también es especial, alguien que opta por lo "sencillo" entre comillas, por lo humano/humanizado, por la cercanía con el cliente y no tanto por el mamotreto que ha de quedar para la historia , es un ser de un cariz especial.
Me gustan este tipo de arquitectos ( mi prefe es Hundertwasser) que integran sus proyectos en el ambiente, en el entorno, y que lo potencian, no se lo cargan!
Tiene mirada simpática, de buena gente. Me gusta. Y cuando he leído: "De mis clientes me interesa todo: lo que piensan, lo que leen, lo que comen, si les gusta o no el arte y qué tipo de arte." BUFFF, ¡ LA CAÑA! , así ES como debería ser. La casa de uno HA de ser su prolongación. Qué mejor modo de lograrlo que SABIENDO cómo es la persona...
Buenísimo post, Elvira, mis felicitacines por partida doble!!!! Y disculpa la demora en contestar, es que no llego a todo y cuando leo me gusta hacerlo poniendo los sentidos y enterándome de lo que hay; sin paripés ni quedabienes, así que por eso he tardado un pelín.
(Idem me pasa con lo de las flores, guapa, lo tengo en depósito y probaré a hacerlas, pero no sé qué me pasa que estos dias llego tarde y mal a casi todo, voy con los horarios : raros)
Un besote gordoooooooooooooooooooooooo ^_^
Hola femme! Sí que es bonito. "Es de bien nacidos ser agradecido". A mí también me gusta su cara y todo lo que dice. ¡Ojalá hubiera más arquitectos como él!
"La casa de uno HA de ser su prolongación. Qué mejor modo de lograrlo que SABIENDO cómo es la persona..." EXACTO.
No, no te veo haciendo el paripé, y eso te honra. Pero no hay ninguna obligación, ya sabes. Ni con el blog ni con las flores. Eres un encanto. Muchos besos!!!
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