La capacidad de observación psicológica del joven Mann es extraordinaria. La descripción de un determinado ambiente y una época, también. Es muy interesante ver cómo las decisiones de los primeros personajes de esta saga van afectando a las generaciones siguientes. Cualquier familia vista en profundidad nos conmueve, pues encontramos situaciones que podemos reconocer en nuestra propia vida, por muy diferente que sea el ambiente o la época. Eso es lo que hace que una obra se convierta en un clásico.
A lo largo de toda la novela se observa la dificultad para conjugar el sentido práctico con la sensibilidad artística y emocional. Unos personajes son claramente del tipo práctico, como el abuelo Buddenbrook, otros son hipersensibles y artistas, como Hanno, y en Thomas Buddenbrook vemos las dos facetas en conflicto: aunque él decide priorizar los aspectos prácticos y reprime su sensibilidad y emociones, al final éstas acaban por irrumpir en su vida con fuerza, lo que le hace sentirse débil y acabado.
Mi única crítica: las descripciones tan extensas, prolijas, detalladas... Cuando se trata de los personajes principales, bien, pero en varias ocasiones Mann nos describe personajes que sólo aparecen en unas páginas con el mismo gusto por el detalle e igual extensión. Y las casas, los muebles, etc. Esta minuciosidad exagerada hace que la novela resulte algo densa. En esos momentos deseaba hallarme ante una buena adaptación al cine, en lugar de estar leyendo el libro... a veces es verdad que una imagen vale más que mil palabras.