miércoles, 22 de abril de 2009

Unamuno y el deseo de inmortalidad

Sigo con algunos fragmentos del libro que estoy leyendo: Del Sentimiento Trágico de la Vida (Austral, Espasa-Calpe S.A., 2007):

-"Ante este terrible misterio de la inmortalidad, cara a cara de la esfinge, el hombre adopta distintas actitudes y busca de varios modos consolarse de haber nacido... Y han hecho del arte una religión y un remedio para el mal metafísico, y han inventado la monserga del arte por el arte.
Y no les basta. El que os diga que escribe, pinta, esculpe o canta para propio recreo, si da al público lo que hace, miente; miente si firma su escrito, pintura, estatua o canto. Quiere, cuando menos, dejar una sombra de su espíritu, algo que le sobreviva. [...]
Cuando las dudas invaden y nublan la fe en la inmortalidad del alma, cobra brío y doloroso empuje el ansia de perpetuar el nombre y la fama. Y de aquí esa tremenda lucha por singularizarse, por sobrevivir de algún modo en la memoria de los otros y los venideros, esa lucha mil veces más terrible que la lucha por la vida [...].
Una vez satisfecha el hambre, y ésta se satisface pronto, surge la vanidad, la necesidad -que lo es- de imponerse y sobrevivir en otros. El hombre suele entregar la vida por la bolsa, pero entrega la bolsa por la vanidad. Engríese, a falta de algo mejor, hasta de sus flaquezas y miserias, y es como el niño, que con tal de hacerse notar se pavonea con el dedo vendado. ¿Y la vanidad qué es sino ansia de sobrevivirse?
Acontécele al vanidoso lo que al avaro, que toma los medios por los fines, y olvidadizo de éstos, se apega a aquellos en los que se queda... Necesitamos que los demás nos crean superiores a ellos para creernos nosotros tales, y basar en ello nuestra fe en la propia persistencia, por lo menos en la de la fama. Agradecemos más el que se nos encomie el talento con el que defendemos una causa, que no el que se reconozca la verdad o bondad de ella. Una furiosa manía de originalidad sopla por el mundo moderno de los espíritus, y cada cual la pone en una cosa. Preferimos desbarrar con ingenio a acertar con ramplonería. Ya dijo Rousseau en su Emilio: "Aunque estuvieran los filósofos en disposición de descubrir la verdad, ¿quién de entre ellos se interesaría por ella? Sabe cada uno que su sistema no está mejor fundado que el de los otros, pero le sostiene porque es suyo. No hay uno solo que en llegando a conocer lo verdadero y lo falso, no prefiera la mentira que ha hallado que la verdad descubierta por otro. ¿Dónde está el filósofo que no engañase de buen grado, por su gloria, al género humano? ¿Dónde el que en el secreto de su corazón se proponga otro objeto que distinguirse? Con tal de elevarse por encima del vulgo, con tal de borrar el brillo de sus concurrentes, ¿qué más pide? Lo esencial es pensar de otro modo que los demás. Entre los creyentes es ateo; entre los ateos sería creyente"." (p. 92-94)

-"El joven irreverente para con los maestros, al atacarlos, es que se defiende: el iconoclasta o rompeimágenes es un estilita que se erige a sí mismo en imagen, en icono." (p. 95)

-"Cuando el hombre no trabaja para vivir, e irlo pasando, trabaja para sobrevivir." (p. 95)

-"Esa sed de vida eterna apáganla muchos, los sencillos sobre todo, en la fuente de la fe religiosa; pero no a todos es dado beber de ella." (p. 97)

2 comentarios:

Io dijo...

"El que os diga que escribe, pinta, esculpe o canta para propio recreo, si da al público lo que hace, miente; miente si firma su escrito, pintura, estatua o canto. Quiere, cuando menos, dejar una sombra de su espíritu, algo que le sobreviva"

Que yo escribo, pero no quiero ser inmortal. Yo lo que quiero son unos modestos ingresos :D

Aunque reconozco que sé de personas que responden a ese modelo, ateo si los demás son creyentes, creyente si los demás son ateos. El caso es destacar, ser diferente, presumir de una personalidad original e intransferible. Y es una pesadez conversar con alguien así. Digas lo que digas ya sabes que te llevará la contraria, aunque ayer pensase igual que tú charlando con otro.

Que estupidez cultivar la vanidad. Como si no tuviésemos cosas más interesantes que cultivar.

Genial Unamuno, un sabio que siempre dijo lo que pensaba.

Gracias por compartir ese libro.

Un besazo!

Elvira dijo...

Y bien que haces, Io. ¡Ojalá lo consigas!

Desde luego ese tipo de personas es pesadísimo.

Y gracias por atreverte con esta entrada del gran Unamuno. Besos!!