Una amiga mía dice que el perdón está sobrevalorado. Obviamente el rencor y el deseo de venganza son malsanos. Hay que avanzar y aprender de la experiencia, en vez de quedarnos atascados en la rabia y el victimismo. Pero poner la otra mejilla también me parece malsano. En el primer caso se trata de agresividad hacia el otro; en el segundo caso permitimos la agresividad del otro hacia nosotros. Ni lo uno ni lo otro.
Se suele asociar el no olvidar los agravios al rencor y el deseo de venganza, pero hay una memoria que es puro instinto de supervivencia. Igual que el gato escaldado huye del agua hirviendo, a nosotros nos conviene apartarnos de las relaciones tóxicas, y para ello tenemos que tener claro que son tóxicas. ¿Cómo podríamos saberlo si olvidamos una y otra vez? Es que a veces lo de querer ser bueno tiene muy malas consecuencias...
No habría tantas relaciones abusivas si el maltratado no confundiera el amor con "aguantar lo que sea, perdonar y olvidar." Con esto no culpo a la víctima, no. Pero ciertas ideas sobre el amor nos hacen más vulnerables a las personas abusivas.
Se puede perdonar de lejos, sin olvidar. Y lo de no olvidar es sano para no repetir el patrón con otra persona. En cuanto la dinámica de la relación empieza a parecerse peligrosamente a aquella de la que se ha salido, ¡alto! Más vale que no nos empeñemos demasiado en cambiar al otro y sepamos poner límites sanos. Al decir ¡basta! entramos en relaciones diferentes. En cambio, al seguir poniendo la mejilla perpetuamos el ciclo, con la misma persona o con otras igual de abusivas.
"Ni sumisión ni agresión: asertividad." (Walter Riso)
Magnífico!!!
ResponderEliminarSiempre se ha lanzado el dardo de "Este perdona pero no olvida" como una acusación, pero, tal y como dices, olvidar puede conducir a tropezar de nuevo con la misma piedra o a poner la otra mejilla.
Supongo que esto es consecuencia de lo muy denostado que ha estado siempre el hecho de quererse a sí mismo, como si fuese algo perverso protegernos de aquellos que nos hacen pasar por malas experiencias.
Tenemos que aprender a poner lindes, porque siempre hay alguien dispuesto a abusar todo aquello que nos dejemos abusar.
La asertividad debería de enseñarse en los colegios.
Besos guapa!!!
¡Gracias, Io!
ResponderEliminar"Supongo que esto es consecuencia de lo muy denostado que ha estado siempre el hecho de quererse a sí mismo, como si fuese algo perverso protegernos de aquellos que nos hacen pasar por malas experiencias." Totalmente de acuerdo.
Por cierto, no sé si al poner esa frase de Walter Riso al final de la entrada parece que todo el texto sea suyo...
Besos, guapa!
El perdón como meta de bondad es uno de los mayores errores de la humanidad, creo yo...
ResponderEliminarNo perdonar no es sinónimo de odio ni rencor. Es más, intentar perdonar cuando uno sabe que le hacen daño es ir contra uno mismo. Es dejar de respetarse y amarse, y sin respeto y amor por uno mismo no existe la bondad.
Yo no perdono,tampoco odio, incluso me pongo en las circunstancias de quien me ha hecho daño, pero... la aparto de mi vida.
El lenguaje de la manipulación afectiva y el chantaje emocional dejé de consentirlos hace mucho.
Mis palabras suenan a fácil y aséptico pero me ha costado muchísimo conseguir no sentirme obligada a querer y consentir.
Qué entrada más sugerente!
Besos, Elvir<3<3<3
Pues eso creo yo también, que cuando aprendemos a querernos a nosotros mismos, ya no hay problema en la relación con los demás. Mientras tanto aparecen los amores tóxicos, las culpas, los deberes malsanos etc y así nos va.
ResponderEliminarUn beso
Excelente reflexión, compa Elvira. Creo que esto de la confusión y la asociación forzosa de conceptos siempre es algo muy extendido, demasiado. Y, efectivamente, el perdón no tiene por qué comportar, necesariamente, el olvido (igual que la comprensión no tiene por qué suponer aceptación, por ejemplo...); más bien, al contrario, que sería lo más sano. El perdón es un acto de bondad; el olvido, de torpeza o ignorancia. No creo que eso sea algo moralmente elogiable, vaya...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y buen fin de semana.
Hola Chusa: te entiendo perfectamente. Lo que pasa es que parece que si no consientes no perdonas, y creo se puede hacer lo segundo sin lo primero. También se cree que si no perdonas, odias. Y hay un terreno en el que no deseas mal a nadie, pasas página, pero no consientes malos tratos ni olvidas. A eso tú lo llamas no perdonar, y te entiendo por todo lo que ha ido asociado al perdón. Y es por todo lo que ha ido asociado por lo que mi amiga dice que el perdón está sobrevalorado.
ResponderEliminarLlamémoslo como lo llamemos, creo que está claro lo que es sano y lo que no. Tú lo tienes clarísimo. El camino de llegar ahí no es nada fácil. Una de las manipulaciones más frecuentes es hacer sentir culpable al que no consiente más abusos, hacerle sentir malo. Hay que aguantar el tipo y mantenerse firme, sin dejarse manipular.
Muchos besos, vaquiña!
Hola Añil: es verdad, cuando aprendemos a querernos y respetarnos ya ni entramos en según qué juegos.
ResponderEliminarEsos amores tóxicos, deberes malsanos y culpas son espantosos. Algunas personas no caen con tanta facilidad en esas trampas como otras, y no es porque las segundas sean tontas, no. Son tantos conceptos malentendidos que nos confunden.
Un beso
Hola Manuel: totalmente de acuerdo con lo que dices. Y yo añadiría que si la persona todavía se siente débil ante el que la manipula, que no se apresure a perdonar. Primero que aprenda a protegerse y apartarse. Y después, ya más tranquila, que perdone. El orden de los factores a veces sí altera el producto. Si alguien te está violando, en sentido literal o metafórico, lo primero es defenderse y marcharse. No es sano querer ser "bueno" mientras sigue el abuso.
ResponderEliminarOtro abrazo para ti y buen fin de semana!
Se me ocurre una definición de perdón sano: no desear mal a nadie, ni al que te hizo daño ni a ti mismo.
ResponderEliminarSeguro que alguna religión se inventó aquello de "quien bien te quiere te hará llorar", entre esto y la otra mejilla no sé cómo no hemos terminado derretiditos y con cardenales por todo el cuerpo.
ResponderEliminarMi hijo me dice que demasiado bien estamos para tanta comedura de coco con la que hemos tenido que sobrevivir.
A mí me gusta mas pensar, como mi abuela, que "hay cariños que matan", así que yo prefiero que no me quieran tanto.
Buena entrada.
Vaya temazo, Elvira. Reflexiono acerca de el origen de los agravios, agresiones y catástrofes varias y me lleva al mismo lugar de siempre, el amor tan mal aprendido y entendido.
ResponderEliminarAunque lo que más me ocupa es como gestionar las relaciones y aparece el exceso de confianza. Es como conducir, hay que guardar una distancia de seguridad para evitar accidentes, incluso con una misma. Si respetáramos esta simple regla tendríamos una visión más clara y mayor capacidad de maniobra. Así que añado a "el perdón está sobrevalorado", la confianza está sobrevalorada.
Angela Vallvey en su libro "Los estados carenciales" define a la confianza así:
"es como una niña inválida a la que resulta muy fácil robarle su piruleta, pegarle una patada, tirarle de las trenzas y salir corriendo".
Besos**
Bueno, algún que otro cardenal... Estoy de acuerdo con tu hijo, lo he pensado muchas veces.
ResponderEliminarEsos cariños que matan son para salir corriendo.
Un beso, Isabel
Me gusta mucho eso de la distancia de seguridad y la capacidad de maniobra. Parece como si ciertas definiciones de amor se las inventaran los abusadores para poder hacer lo que les diera la gana con impunidad.
ResponderEliminarSí, hay una confianza tonta que está muy sobrevalorada.
Besos, amiga!
Saber ponder límites siempre (me quedé pensando un rato... siempre?) es sano, para ti mismo y para el otro, sobre todo si de violencia se trata.
ResponderEliminarY el perdón? Depende de que se trate y depende de tu capacidad de perdonar al otro. Pero no debe ser pretexto o aliento para repetir la misma agresión.
Un beso
Hola Giovanni: saber poner límites es también saber cuándo ponerlos, ¿no crees?
ResponderEliminarHay muchas clases de violencia, no sólo la física. Y hay personas expertas en hacer polvo a otros diciendo cosas que aparentemente no son tan terribles, pero que van dando una y otra vez donde más duele.
No, nunca debe ser pretexto para permitir más malos tratos.
Un beso
Hay que aprender para saber cuándo poner los límites. Sigo aprendiendo todos los días y tienes razón que hay muchas formas de violencia, aunque prefiero usar esa palabra fuerte para los claros casos de violencia física o psícica. Es un campo casto para opinar y justamente, antes de leer tu post, había pensado sobre el reto (puesto por ti) de escribir algo sobre la familia y el compartir de tareas por el hombre y la mujer, y cuánto tendría que cambiar las reglas de la sociedad y del trabajo (!) para crear las condiciones que cada pareja pueda poner en la práctica las ideas que tengo. Yo era privilegiado en poder fijar mi propio horario, como director de una organización que es la mía.
ResponderEliminarUn beso
Yo también sigo aprendiendo cada día.
ResponderEliminarEs un buen tema, Giovanni, y me interesa especialmente la perspectiva de un hombre que sabe compartir de verdad. Te sigo animando a que escribas esa entrada.
Un beso
Acabo de comentar en mi propio blog a tu pregunta de escribir una entrada sobre mi experiencia de tareas compartidas en el matrimonio:
ResponderEliminar"Elvira, las ganas ya están, como notaste en mi último comentario en tu blog... Pero espero todavía un rato, hasta que me surga la inspiración. Tendrá que salir de un solo tirón!"
Qué divertido, no, 'un campo casto'... Como sabes, la c y la v son amigos íntimos en el teclador (?).
Con ese nuevo aliento tuyo para escribir sobre un tema relacionado (pero no necesariamente, aunque creo que hay bastanta 'violencia' psícica en el matrimonio) ojalá venga la inspiración al que me sometiera con gusto para escribir las dos entradas, una sobre el compartir de verdad y otra sobre la violencia, no sólo dentro de la pareja sino también más en general, sobre la viokencia en la sociedad (sin escribir un ensayo... simplemente unas observaciones).
Un beso
La verdad es que no entendí muy bien lo de campo casto, jajaja!
ResponderEliminarA partir de unas buenas observaciones puede surgir una tertulia de lo más interesante. Espero esas dos entradas con mucho interés.
Un beso
Interesante reflexión.
ResponderEliminarGracias, Cristina.
ResponderEliminarEsa es la esencia de la Historia, no olvidar, el olvido conduce a repetir errores, empobrece al ser humano que estaría condenado a repetir el mismo camino sin utilizar la experiencia ajena. No olvidar nos puede llevar a la reflexión a la comprensión de lo que ha sucedido..... etc.
ResponderEliminarA veces, no olvidar significa no perdonar y pedir cuentas, sigo en el ámbito histórico, otras aprender y pasar página.
Creo que todo lo dicho enlaza con tu interesante entrada que está centrada en lo personal.
Sí, está totalmente relacionado, Laura. Me parece muy interesante y oportuna tu aportación.
ResponderEliminarElvira, ya escribí el post sobre violencia en mi blog. Quedó un poco entre Scylla y Charibdis (?), o sea: digo algo y no digo nada. Pero prometo de decir más... (cuando? no lo sé).
ResponderEliminarSí que dices, sí. Digamos que pones el tema sobre la mesa y ya dejas caer algún punto importante. Acabo de verlo y te he contestado. ¡Gracias!
ResponderEliminarAgregué un punto en un segundo post. Abre espacio a un sinnúmero de reflexiones...
ResponderEliminarcuando éramos niños se decía aquello de "sí, yo perdono pero no olvido", creo que es exactamente eso, jejejeje... la sabiduría popular¡¡
ResponderEliminaryo nunca perdono, mi amor propio me lo impide en muchas ocasiones... soy incapaz de ejercitar esa bondad...
pero tengo la suerte de ser olvidadiza, olvido pronto lo malo para quedarme siempre con lo bueno, y es un fantástico mecanismo de defensa¡¡
la clave está en que aunque olvide, mi subsconciente, no sé, o mi memoria interna, se queda el daño que nunca se perdonó¡¡¡
menuda charla¡¡¡
besos
Me gusta. Me ha parecido muy interesante.
ResponderEliminarUn tema duro, Elvira, para una tórrida tarde de verano.
ResponderEliminarNo existe el perdón, existe el disimulo. Jamás existe el olvido de las situaciones que nos hicieron daño. Nuestra memoria involuntaria se encarga de recordárnoslas cuando se vive una situación semejante.
Sabemos , normalmente, que una relación es tóxica pero, a veces, llegamos a un estado en que dependemos de esa relación tóxica porque necesitamos comer, nosotros y los nuestros.
El perdón, en ese caso, solo es un disimulo para que el carcelero nos siga trayendo el alimento después de los latigazos.
Un día, todos podemos matar al carcelero que dejó morir de hambre a nuestro hijo.
En el ser humano, solo una milésima en el recorrido de la emoción, separa el amor del odio, aunque este, como tu dices, sea malsano.
Hola Giovanni: ya me pasé.
ResponderEliminarHola Pilar: es un dicho conocido, sí, pero con bastante mala fama, ¿no crees?
No sé por qué pero no te imagino rencorosa. Tu sabiduría interna te protege, jaja!
¡Gracias, Marcos! Me alegra que te haya interesado.
Besos a los tres
Hola elpresley: sí, a veces sabemos que una relación es tóxica y lo tenemos muy difícil para salir de ella, por motivos económicos o de otro tipo. Pero ya es mucho tener las cosas claras y no engañarnos, creo yo.
ResponderEliminarEso dicen, que del amor al odio hay sólo un paso. No sé, no sé. Hay un amor muy posesivo que cuando pierde a su presa pasa al odio en instantes, eso sí. Pero hay otra clase de cariño que no es así, es más generoso.
He llegado tarde, pero me parece magnífico. Una cosa es sacar de la mente lo que nos está molestando, no vivir malsanamente con ello. Peroolvidar, jamás y nada, ni lo bueno ni lo malo. La experiencia no tendría sentido si no fuera así.
ResponderEliminarUn abrazo
Exacto, NáN. Lo has resumido estupendamente. Un abrazo
ResponderEliminarA mi me resulta difícil perdonar lo que para mi es imperdonable: falta de respeto y abuso de confianza. Me adhiero a lo que han dicho por aquí de que la confianza tonta está sobrevalorada. Besos a todos
ResponderEliminarHola Ágata: para mí el único perdón posible en esos casos es si consigo apartarme y dejarlo atrás. Si no encuentro la manera de escapar, me es muy difícil perdonar a quien me sigue machacando sin intención de cambiar. Por mucho que yo aprenda a poner límites; no puedes estar con las defensas en alto todo el tiempo, es agotador.
ResponderEliminarBesos
Totalmente de acuerdo con la reflexión. Lo de poner la otra mejilla siempre me pareció un poco absurdo, y hasta ridículo... Prefiero evitar nuevos golpes ;)
ResponderEliminarBesitos.
Hola Kine: es que se llama ser bueno a cada cosa...
ResponderEliminarBesos
Aunque la memoria sea selectiva, conviene no olvidar determinados hechos, determinadas circunstancias. Se puede no olvidar y se puede no perdonar, aunque ello no suponga afán de venganza.
ResponderEliminarNos parece obvio, ¿verdad? Pero para mucha gente no lo es.
ResponderEliminarAmén!!!
ResponderEliminarElvira suscribo todo lo que dices.
Un muy interesante post.
Un abrazo.
Me alegra que te haya gustado, Ángel. Un abrazo
ResponderEliminarLlego tarde, pero el tema me parece tan interesante... Yo creo que la capacidad de perdón es una ganancia enorme que nos acerca a la felicidad y que nada tiene que ver con el olvido. Tampoco creo que perdonar implique seguir poniéndose a tiro de las personas dañinas. Y suscribo una por una las palabras de Añil.
ResponderEliminarBesis
A tu clase de perdón sí me apunto, al de la otra mejilla, ni hablar.
ResponderEliminarBesos, Leo!
Leo, te añado una cita que creo que te gustará. La puse en una entrada de hace tiempo:
ResponderEliminar"Conviene recordar que el perdón “definitivo” no es una rendición. Es una decisión consciente de dejar de guardar rencor, lo cual significa perdonar una deuda y abandonar la determinación de tomar represalias... Una de las más profundas formas de perdón consiste en ofrecer de la manera que sea una compasiva ayuda al que nos ha ofendido. Lo cual no significa introducir la cabeza en el cesto de la serpiente sino responder desde una actitud de clemencia, seguridad y buena disposición." (Clarissa Pinkola Estés, Mujeres que corren con los lobos)