Este título nombra dos de mis principales intereses, pero hay más: la música, el arte, la psicología, y todas las profesiones u oficios que contribuyen a mejorar las condiciones de vida o el entorno.
Barrio y niños, es una combinación casi tan hermosa como niños y aldea. Jugar y jugar, explorar, soñar... vivir realidades paralelas donde proyectarnos mejores y más capaces... Los niños, sin duda, son los grandes maestros.
Si Auguste y Louis Lumière hubieran acertado a pasar por allí aquel día sin duda hubiesen formado con Robert Doisneau un buen equipo. Lo digo porque al ver esta fantástica foto enseguida se me ha venido a la cabeza la también fantástica escena en que Fred Astaire sube bailando por las paredes de la habitación hasta el techo y sigue rompiendo las leyes de la gravedad hasta que por fin vuelve a poner los pies en el suelo. Doisneau es capaz de captar en una instantánea tanto el instante, como el movimiento, los movimientos, el tiempo, los tiempos, la sucesión del tiempo, y además retratar unos personajes y narrar una historia... es decir, el cine.
Había olvidado ese juego. Yo no era capaz, como tampoco sabía como girar doblado con el estómago sobre un palo horizontal (para qué sirvieron? para atar caballos? no los veo más). Ese Doisneau es un fotógrafo magnífico. Y esos años treinta, cómo eran? Magníficas (para algunas y otras no)? La nitidez de las fotos de aquella época siempre me sorprende.
Hola Chusa: me acabas de recordar algo de mi infancia: mi hermano Gustavo y sus amigos del barrio jugaban mucho a fútbol y se autodenominaron "Atlético Calvó" (vivíamos delate de una plazoleta como de pueblo, de esas de tierra, bancos, columpios y pinos, que se llama Plaza Calvó). Las niñas era diferente, jugábamos las unas en casa de las otras, no en la calle.
Hola Enric: es verdad, ¡y qué buena aquella escena!! Fred Astaire bailaba como si no hubiera gravedad. Sí, las fotos de Doisneau cuentan historias.
Hola Giovanni: por suerte a mí no me hicieron doblarme encima de esas barras. En cambio sí me gustaba hacer la vertical contra una pared, pero la hacía yo solita. :-)
Gracias, 'barra' es la palabra. Siempre aprendo. Tratando de girar 'alrededor' de la barra me paré siempre de posición vertical. Tampoco podía hacer el salto simple en el aire, sólo logré hacer un salto de estilo judo con el brazo derecho sobre la tierra. Qué felicidad de poder hacer la vertical contra una pared... el mundo al revés!
Qué bien sabian divertirse y jugar los niños de antes. Cuando veo y me cuentan estas cosas (sus juegos, sus vidas en el campo o la calle, la imaginación, la felicidad con muy poco)no puedo evitar sentir cierta envidia por no haber vivido eso.
Muy buenas Elvira. Es dificil ver ya estas escenas. Si la foto es irrepetible porque no se repite la luz. Esta foto lo es porque ya no se dan estos juegos en la calle. Te has fijado en el niño que mira a los demás? y el primero que apoya su cabeza sobre el bordillo de la acera? otro sale a gatas entre ellos..
Hola María: supongo que era por aquello de que "la necesidad aguza el ingenio". Si un niño tiene toda clase de juguetes y entretenimientos sofisticados, es lógico que no desarrolle la capacidad de pasarlo bien con cualquier cosa y mucha imaginación.
Hola Marce: sí, el niño pequeño que mira es muy expresivo. Y el primero que apoya su cabeza sobre el bordillo de la acera... ¡qué daño! En ese me fijé esta mañana, antes no lo había visto.
No, ahora no se ven, hasta nos chocaría. Vamos acelerados por la calle.
Elvira, me ha recordado otro juego parecido... el burrova (aysss jamás había necesitado escribirlo y suena raro). En este caso se agachaba cada niño o niña y metía la cabeza entre las piernas del otro. El primero que saltaba (apoyaba las manos en el lomo de los que estaban agachados y se impulsaba) tenía que ser muy bueno porque tenía que ir muy lejos para dejar esacio a los compas. Si se hundían los de abajo, perdían y se volvían a colocar. Si no cabían todos los que saltaban o se caía alguno, perdían los saltadores y se ponían abajo. Ummm... qué simpleza ¿verdad? pero que divertido... Al primero que he visto ha sido al peque mirando a sus amigos... jajajaja...
Barrio y niños, es una combinación casi tan hermosa como niños y aldea.
ResponderEliminarJugar y jugar, explorar, soñar... vivir realidades paralelas donde proyectarnos mejores y más capaces...
Los niños, sin duda, son los grandes maestros.
Besos de buenas noches
Si Auguste y Louis Lumière hubieran acertado a pasar por allí aquel día sin duda hubiesen formado con Robert Doisneau un buen equipo. Lo digo porque al ver esta fantástica foto enseguida se me ha venido a la cabeza la también fantástica escena en que Fred Astaire sube bailando por las paredes de la habitación hasta el techo y sigue rompiendo las leyes de la gravedad hasta que por fin vuelve a poner los pies en el suelo.
ResponderEliminarDoisneau es capaz de captar en una instantánea tanto el instante, como el movimiento, los movimientos, el tiempo, los tiempos, la sucesión del tiempo, y además retratar unos personajes y narrar una historia... es decir, el cine.
Gracias por regalarnos esta foto
Había olvidado ese juego. Yo no era capaz, como tampoco sabía como girar doblado con el estómago sobre un palo horizontal (para qué sirvieron? para atar caballos? no los veo más). Ese Doisneau es un fotógrafo magnífico. Y esos años treinta, cómo eran? Magníficas (para algunas y otras no)? La nitidez de las fotos de aquella época siempre me sorprende.
ResponderEliminarBesos
Hola Chusa: me acabas de recordar algo de mi infancia: mi hermano Gustavo y sus amigos del barrio jugaban mucho a fútbol y se autodenominaron "Atlético Calvó" (vivíamos delate de una plazoleta como de pueblo, de esas de tierra, bancos, columpios y pinos, que se llama Plaza Calvó). Las niñas era diferente, jugábamos las unas en casa de las otras, no en la calle.
ResponderEliminarBesos, vaquiña!
Hola Enric: es verdad, ¡y qué buena aquella escena!! Fred Astaire bailaba como si no hubiera gravedad. Sí, las fotos de Doisneau cuentan historias.
ResponderEliminarHola Giovanni: por suerte a mí no me hicieron doblarme encima de esas barras. En cambio sí me gustaba hacer la vertical contra una pared, pero la hacía yo solita. :-)
Besos a los dos
Gracias, 'barra' es la palabra. Siempre aprendo. Tratando de girar 'alrededor' de la barra me paré siempre de posición vertical. Tampoco podía hacer el salto simple en el aire, sólo logré hacer un salto de estilo judo con el brazo derecho sobre la tierra. Qué felicidad de poder hacer la vertical contra una pared... el mundo al revés!
ResponderEliminarOtro beso
Yo no recuerdo que me hicieran dar saltos, pero igual sí.
ResponderEliminarSí, era fantástico verlo todo al revés. Hace 10-12 años lo intenté de nuevo pero no...
Otro beso
Qué bien sabian divertirse y jugar los niños de antes. Cuando veo y me cuentan estas cosas (sus juegos, sus vidas en el campo o la calle, la imaginación, la felicidad con muy poco)no puedo evitar sentir cierta envidia por no haber vivido eso.
ResponderEliminarBesos
Muy buenas Elvira.
ResponderEliminarEs dificil ver ya estas escenas. Si la foto es irrepetible porque no se repite la luz. Esta foto lo es porque ya no se dan estos juegos en la calle.
Te has fijado en el niño que mira a los demás? y el primero que apoya su cabeza sobre el bordillo de la acera? otro sale a gatas entre ellos..
bon dia.
Hola María: supongo que era por aquello de que "la necesidad aguza el ingenio". Si un niño tiene toda clase de juguetes y entretenimientos sofisticados, es lógico que no desarrolle la capacidad de pasarlo bien con cualquier cosa y mucha imaginación.
ResponderEliminarBesos
Hola Marce: sí, el niño pequeño que mira es muy expresivo. Y el primero que apoya su cabeza sobre el bordillo de la acera... ¡qué daño! En ese me fijé esta mañana, antes no lo había visto.
ResponderEliminarNo, ahora no se ven, hasta nos chocaría. Vamos acelerados por la calle.
Bos días!
Elvira, me ha recordado otro juego parecido... el burrova (aysss jamás había necesitado escribirlo y suena raro). En este caso se agachaba cada niño o niña y metía la cabeza entre las piernas del otro. El primero que saltaba (apoyaba las manos en el lomo de los que estaban agachados y se impulsaba) tenía que ser muy bueno porque tenía que ir muy lejos para dejar esacio a los compas. Si se hundían los de abajo, perdían y se volvían a colocar. Si no cabían todos los que saltaban o se caía alguno, perdían los saltadores y se ponían abajo.
ResponderEliminarUmmm... qué simpleza ¿verdad? pero que divertido...
Al primero que he visto ha sido al peque mirando a sus amigos... jajajaja...
Hola Laura: yo conocía un juego parecido, pero no igual. Ese peque es muy expresivo. :-)
ResponderEliminar