Fragmento del final de Casa de Muñecas de Henrik Ibsen (spoiler):
Nora: Necesito estar completamente sola para saber a qué atenerme respecto a mí y a lo que me rodea. No puedo seguir contigo.
Helmer: ¡Nora, Nora!
Nora: Quiero marcharme en el acto. Supongo que Cristina me dejará pasar la noche en su casa.
Helmer: ¿Has perdido el juicio?... ¡No te lo permito! ¡Te lo prohíbo!...
Nora: Después de lo que ha pasado, es inútil que me prohíbas algo. Me llevo todo lo mío. De ti no quiero nada, ni ahora ni nunca.
Helmer: ¿Qué locura es ésa?
Nora: Mañana salgo para mi casa... es decir, para mi tierra. Allí me será más fácil encontrar un empleo.
Helmer: ¡Qué ciega estás, criatura sin experiencia!
Nora: Ya procuraré adquirir experiencia, Torvaldo.
Helmer: ¡Abandonar tu hogar, tu marido, tus hijos!... ¿Y no piensas en el qué dirán?
Nora: No puedo pensar en esos detalles. Sólo sé que esto es lo que debo hacer.
Helmer: ¡Oh, es odioso! ¡Traicionar así los deberes más sagrados!
Nora: ¿A qué llamas tú deberes más sagrados?
Helmer: ¿Habrá que decírtelo? ¿No son tus deberes con tu marido y tus hijos?
Nora: Tengo otros deberes no menos sagrados.
Helmer: No los tienes. ¿Qué deberes son ésos?
Nora: Mis deberes conmigo misma.
Helmer: Ante todo eres esposa y madre.
Nora: Ya no creo en eso. Creo ante todo que soy un ser humano, igual que tú... o, al menos, debo intentar serlo. Sé que la mayoría de los hombres te darán la razón, y que algo así está escrito en los libros. Pero ahora no puedo conformarme con lo que dicen los hombres y con lo que dicen los libros. Tengo que pensar por mi cuenta en todo esto y hacer el esfuerzo por comprenderlo. [...]
Helmer: Hablas como una niña. No comprendes nada de la sociedad en que vivimos.
Nora: Es verdad. No comprendo nada. Por eso quiero pensar en soledad quién tiene la razón, si la sociedad o yo.
(Casa de Muñecas, Ed. Cátedra - Letras Universales 2008, pág. 111-112)
Entiendo a Nora, y entiendo a todas las mujeres que se quedaron en sus casas por no poder abandonar a sus hijos.
Yo tb las entiendo. Vivieron una trampa en la que alguien las metió y tiró la llave tan lejos que ellas ni siquiera podían pensar que había una.
ResponderEliminarLloro por ellas... pero lloro aún más por todas las que hoy, sabiendo que la puerta tiene cerradura, aún no saben encontrar la llave.
Leí ese libro cuando apenas era una adolescente, me impactó de tal forma que jamás he podido olvidarlo.
Un abrazo Hada de las Flores.
El mundo moderno cada vez es más complicado y por eso somos capaces de entender a Nora y a la vez, de estar de su parte y de las mujeres más convencionales que se quedaron al lado de sus familias. A medida que maduramos el mundo es más complicado.
ResponderEliminarAunque parezca increíble, compa Elvira, qué tremendamente actuales y vigentes que suenan esas palabras del texto de Ibsen. Día a día, y todos los días...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y buena semana.
Tienes razón, Marina. Es una pena que algunas personas pasen por un infierno cuando la puerta en realidad está abierta (o tienen ellas la llave). Pero supongo que hay muchos tipos de encierro, y la dependencia de personas que nos hacen daño es uno de los peores. Una especie de Síndrome de Estocolmo.
ResponderEliminarHola Little Emily: sí, a medida que aumenta nuestra experiencia, comprendemos más posturas y actitudes. Pero a mí también me ocurre, paralelamente, que algunas cosas me irritan más que cuando era joven, por ejemplo la hipocresía. No tengo tiempo ni ganas para eso.
Sí, Manuel. Ibsen fue un adelantado a su tiempo. Esta obra es muy actual.
Un abrazo a todos
de acuerdo con todo lo dicho¡¡
ResponderEliminarcreo que hay que entender a todo el mundo, a los que se van y a los que se quedan...
sobretodo a los que sufren...
besos
Pilar en Córdoba
Coincido contigo, Elvira. Yo también veo ambos lados. Sé que una mujer ha de batallar por ella misma, por su libertad y dignidad, pero.. cuando hay hijos por en medio también se debe a sus hijos. Y batallar por la libertad de todos.
ResponderEliminarUn besico
Una escena demasiado habitual aunque, por desgracia, no todas las personas tienen el valor de plantearse lo que realmente necesitan.
ResponderEliminarUn beso
Hola Pilar: Y, en lo posible, evitar todo el sufrimiento que se pueda evitar. A veces parece que no se puede, y sí se puede.
ResponderEliminarHola Femme: Es así. En el caso de Nora me parece que ella se creyó lo de que era una mala influencia para sus hijos, que ella no les podría educar bien, etc.
Besos a las dos
Hola Añil: es que a veces necesitamos dos cosas que parece que no pueden ir juntas, y la elección es muy difícil.
ResponderEliminarUn beso
Esta obra de Ibsen fue polémica en su estreno y conserva hoy toda su fuerza dramática. Por eso es una obra que suele figurar en muchas carteleras de teatro. Ibsen es uno de los clásicos del teatro.
ResponderEliminarHola Jesús: No me extraña que fuera polémica. Es muy rompedora. Lo único que me ha sorprendido de la obra es que Nora parece madurar de golpe, en un día. Habla como una niña durante casi toda la obra, como una muñequita, y de sopetón empieza a hablar en serio, como una adulta. No se ve un proceso gradual.
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarLeí la obra cuando iba al instituto, a 2º de BUP. Es más, recuerdo que hubo escenas que representamos en clase y todo. Pero, no lo recuerdo demasiado. Extraño en mí, que tengo uan memoria "aleatoria" estupenda, o al menos la tenía, que últimamente flaquea lo suyo y más.
Los hijos "tiran" mucho, muchísimo. Ahora entiendo que los hijos te cmabian la vida en todos los aspectos. Lo que nunca he entendido como los hombres muestran, en muchos casos, ese "despego" por sus hijos.
Un besos
Sí, tiran tanto que podemos llegar a desatender aspectos muy importantes de nuestra vida.
ResponderEliminarYo tampoco lo entiendo. Besos
La lectura del libro impresiona.
ResponderEliminarHe sido Nora en escena con dos direcciones diferentes.
Tendrás que leer despacito de nuevo y volverte Nora.
No hay nada de sopetón.El proceso es lento. Hay un momento donde Nora hace clik.
No se lo voy a descubrir a la reina de las adivinanzas ¡¡ Faltaba más!!
El gran problema es cuando confundimos amor con posesión o celos con amor y eso al principio nos halaga y nos hace caer en nuestra propia trampa.
Luego es dificil salir y mucho menos salir ilesas.
Magnífica entrada.
* Quiero dejar claro algo que para mi es importante. Borremos por simplón el dicho de todos los hombres son iguales. Ni todos son iguales, ni todas las mujeres somos iguales.
Un abrazo a todas/todos.
Es uno de los libros que quiero leer este año. Afortunandamente, aunque de forma más lenta de lo que debería, las cosas están cambiando y las mujeres gozan de mayor libertad y autonomía.
ResponderEliminarUn beso.
Sí, Luna, tienes razón. Yo creo saber en qué momento hace clic, pero me parece que nos cuesta cambiar de manera de comportarnos, que necesitamos un proceso de digestión, la mayoría de las veces. Incluso aunque el desencanto sea fulminante, la madurez de la persona no creo que salga tan de golpe en la vida real. Su período de confusión y angustia es muy breve. Pasa de niña a mujer en horas.
ResponderEliminarPor supuesto que ni todos los hombres ni todas las mujeres son iguales. Katha hablaba de "muchos casos", y por desgracia es cierto. El desapego hacia los hijos se ve más a menudo en hombres que en mujeres.
Un abrazo
Es cierto, Tawaki. Si comparo la generación de mis abuelos y la de mi hija, el cambio es impresionante, aunque a veces haya ido demasiado lento para nuestro gusto.
ResponderEliminarUn beso
Lo más terrible de todo es que todavía se use a los hijos como arma para atar a una mujer ( o a un hombre)
ResponderEliminarA mí me suena muy mal eso de "por los hijos"...porque detrás de eso no suele haber más que dependencia y el poder de un ser humano sobre otro.
"Por los hijos", precisamente,deberíamos pelear por la independencia y el derecho a estar con quien queramos , pero es más fácil justificar nuestros miedos en ese "por los hijos" que en llamarle a cada cosa por su verdadero nombre: Miedo, dependencia, comodidad...
Todos podemos llegar a sentir esto pero mejor sería vivirlo sabiendo lo que es y no disfrazarlo de amor a los hijos.
Hablo de las mujeres actuales, también de los hombres, que ese discurso no es exclusivo del patrimonio femenino.
Entiendo a las de la generación de mi madre, y me pongo en el lugar de las que prefieren quedarse y comerse el marrón enterito, pero...creo que hoy, la mayoría que piensa que continúa una relación de pareja por sus hijos se engañan así mismas.
Hermoso libro
Besos.
Muy de acuerdo, Chusa. Cuando escribí que entiendo a las que se quedaron en sus casas, hablo de esa época (Casa de Muñecas se publicó en 1879) o de unos años más tarde, no de ahora.
ResponderEliminarBesos
Es mucho más profundo el texto de lo que en principio pudiera aparentar, y muy actual. Vuelvo a leerlo.
ResponderEliminarGran fragmento de una obra que nunca leí, aunque creo que en cine se hizo algo... Tomo nota.
Un abrazo, Elvira.
Sí, parece mentira el año en el que se escribió esta obra.
ResponderEliminarUn abrazo, Kine!
Precioso fragmento de una mujer que se libera, aunque es muy triste abandonar una familia y muy triste no poder aguantarla... Son situaciones tristes, aunque hay que mirar la vida con otra perspectiva y creyendo siempre en nosotros mismos.
ResponderEliminarPlas, plas, plas, plas.
ResponderEliminar(Ovación cerrada)
Adoro a Ibsen.
Hola Meme: es muy triste, sí. Cuando peor estamos es cuando dejamos de confiar en nosotros mismos. Es lo último que hay que perder.
ResponderEliminarHola Leo: Yo también aplaudo. :-)
Cuando leí esta obra lo que más me llamó la atención fueron dos cosas: Una que está escrita a finales de 1800 y la otra que fuera un hombre el autor.
ResponderEliminarNora no es una niña, solo lo parece y es más, si así fuera también tendría su lógica, ya que los niños tienen ansias de libertad individual. Estoy con Luna... en algún momento cambió el chip.
También comparto su final ¡nadie es igual, somos primero personas!
Besitos.
El momento en que cambió el chip es cuando vió la reacción de su marido al leer la carta. Clarísimamente. Ella esperaba otra reacción por su parte y ahí se desencantó del todo.
ResponderEliminarCuando se jugó su reputación por salvar a su marido no se comportó como una niña, desde luego. Se la jugó. Y en cambio ve que su marido no es capaz de dar la cara por ella.
Aún así, creo que si pasas la mayor parte del tiempo comportándote como una niña (es lo que se esperaba de ella), cuesta madurar. A uno le falta práctica, ¿no?
Besos
Un libro que parece escrito hace tan poco tiempo!
ResponderEliminarEntiendo también las dos posturas,la de la que se va y la de la que se queda.La que se va y deja todo (es el caso de esta obra)sufrirá las críticas de su entorno.Y la que se queda, quizás lo sufra también.
Complejo tema:por qué una mujer elige quedarse cuando ya se rompió lo que la sostenía en el seno familiar?Por los hijos?Por no lastimar? Por costumbre? Por dependencia económica? Aquí, en latinoamérica,aún son muchas las mujeres dependientes económicamente de sus maridos,la franja etaria de los cincuenta es un ejemplo de ésto.Y, aunque los hijos ya hayan crecido, la dependencia económica continúa.
Pero bueno, comprendo las dos posturas,y me sigo preguntando si quedarse es una elección...
Muy buen post,Elvira!
Mil besos*
Yo tengo claro que a día de hoy no es una elección, Rayuela. No lo contemplo. Aunque vivamos en pareja, debemos procurar todos ser autosuficientes económicamente, o estar preparados para serlo si hace falta. Hoy en día no veo ningún motivo importante para quedarse si hay desamor y tristeza.
ResponderEliminarMuchos besos
Como te comenté, me alegra que te haya gustado “Casa de Muñecas”, y me alegra enormemente que traigas la obra a tu espacio y que hayas elegido precisamente ese fragmento.
ResponderEliminarEn los tiempos actuales de derechos ganados gracias a las Noras que decidieron dar el portazo no nos podemos imaginar, o sólo un poco, lo que significó la publicación de este libro.
Yo siempre intento entender, porque los toros siempre se ven mejor desde la barrera, entiendo a las Noras que dicen hasta aquí, como también entiendo a las que deciden quedarse, las primera actitud me parece que requiere valentía, y la segunda capacidad de sacrificio, y ambas cualidades merecen mi admiración, en hombres y en mujeres.
Besos
Suscribo tus palabras, Vivian. Has expresado perfectamente lo que yo también pienso y siento.
ResponderEliminarBesos
Piensa, Elvira, cuando está escrita la obra. Nora se siente un "muñeca" feliz hasta que las circunstancias (el miedo, situaciones en las que tiene que decidir, algunas reflexiones) la hacen cambiar y pensar en ella y en que las relaciones con su marido no pueden ser de subordinación.
ResponderEliminarEs cierto, Jesús, pero a mi hija y a mí nos pareció un cambio demasiado drástico y rápido. Creemos que en la vida real cuesta un poco más tomar decisiones de esta índole. Y más cuando uno no está acostumbrado a decidir por sí mismo.
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