Este título nombra dos de mis principales intereses, pero hay más: la música, el arte, la psicología, y todas las profesiones u oficios que contribuyen a mejorar las condiciones de vida o el entorno.
lunes, 22 de diciembre de 2008
Camboya (II)
Fotografías: Lucía Hernández Coderch
Una escuela en la provincia de Pursat: 1.-La hora de la comida; 2.-El recreo; 3.-Mirando con curiosidad a "la fotógrafa" blanca.
¿Se nota que estoy muy orgullosa de mi hija? Para los que llegaron hace poco a este blog: está en Camboya, trabajando como voluntaria. Mil besos para ella y para esos niños también.
Mil gracias, guapa. Yo también necesito esos besos porque la echo muchísimo de menos. He intentado educarla lo mejor que he sabido, pero ella me lo ponía muy fácil. Otro abrazo muy fuerte para ti.
Aunque estoy seguro que Kaken suscribiría el mensaje anterior, por error (eso de compartir el mismo ordenador tiene estos problemas), era mío el mensaje. Lo siento por el error. Pero me ha gustado que me llamen guapa, jajajajajaja.
Unas imágenes muy emotivas, trasmiten ternura. Admiro a las personas que como tu hija, dedican su esfuerzo a ayudar a los demás, seguro que te hace sentir orgullosa. Un abrazo
Jo, qué bonito. De verdad. A mí estas cosas me enternecen. Y ese tipo de personas, como tu hija, son las que de verdad me hacen sentir pequeña. Un gran beso.
¡Orgullosísima tienes que estar! Magnífica labor la de tu hija, llevando amor y ternura a esos niños, así que un beso para ella. Un beso muy fuerte para tí, por ser así y muchísimos besitos a esos encantadores niños.
Elvira me encantaría que me contases que sientes hacia esta hija tuya, y sus elecciones y decisiones, además de amor y orgullo. A lo mejor lo tienes escrito en alguna entrada y yo, recién llegada, me lo perdí. La conjunción del amor de madre y la satisfacción ,por cómo va eligiendo tu hija vivir, tiene que tener una dosis de renuncia por tu parte tan enorme como el mismo amor. Ya sé que en eso cosiste ser madre, o padre, pero no es tan frecuente que sea así... Me encantaría leerte...
Ay, Chusa, ¿por dónde empiezo? Me encanta que vuele, que siga el camino tan bonito que ha elegido, y a la vez la echo muchísimo de menos, como es lógico. Creo que cuando queremos no debemos atar ni manipular, o al menos intentar no hacerlo. Al contrario, se trata de colaborar para que la otra persona sea más ella misma, soplar viento en sus velas y poner gasolina en su motor.
Y lo que siento es que mi hija es lo más bonito que me ha pasado en la vida. He aprendido muchísimo con ella y de ella, a querer de otra manera, y también a quererme más y mejor. Si los hijos son un poco nuestros espejos, me veo más guapa gracias a ella. Y eso es un regalazo. Las relaciones bonitas de verdad hacen mejores a las dos personas que las viven.
A las amigas que tienen un nuevo novio, siempre les digo que si las veo más contentas y más ellas mismas que nunca, ya me cae bien el novio, aunque todavía no me lo hayan presentado. Buena señal, no necesito saber más. Y lo mismo pasa en todas las relaciones, creo yo.
Me has tirado de la lengua... Pero con las historias tan bonitas y profundas que nos cuentas, no podía dejarte sin respuesta. Me encanta leerte (además, una persona muy cercana murió de E.L.A. y tu último relato me ha conmovido especialmente).
Me parece algo extraordinario que una persona tan jóven tenga tan claro a lo que quiere entregarse, y que no es poco, al servicio de los más necesitados. Esta es una vocación que entraña un gran compromiso con la vida, pero estoy seguro que las cualidades humanas que posee tu hija harán fácil su trabajo. Animo y un fuerte abrazo.
Muchas gracias Elvira. Yo también tengo el mismo barómetro que tú para las relaciones. Cuando alguien que está con otra persona se siente con más ganas de volar que nunca me da igual como sea el otro, a qué se dedique o qué dedique el tiempo libre, ver a una persona más contenta y capaz es la medida. No se dá con mucha frecuencia, la verdad... conseguir que tus hijos sean buena gente: respetuosos, solidarios, valientes y libres es el mejor de los méritos,por más que los echemos de menos... Muchos besos para esa mamá y esa hija y muchas gracias por contárnoslo.
Kaken, perdón Juan, quería saber como serían sus padres, yo Elvira no te conozco, hace una semana que te sigo,pero por lo poco que sé y los comentarios que recibes, no hace falta saber nada más de tí. Un abrazo. Fandestéphane.
¿Se nota que estoy muy orgullosa de mi hija? Para los que llegaron hace poco a este blog: está en Camboya, trabajando como voluntaria. Mil besos para ella y para esos niños también.
ResponderEliminarMil besos para ella, los niños, pero también para tí.
ResponderEliminar¿Qué educación habrá recibido una chica que se lanza al mundo buscando la sonrisa de un niño?.
¿Cómo serán sus padres?.
Un abrazo
Mil gracias, guapa. Yo también necesito esos besos porque la echo muchísimo de menos. He intentado educarla lo mejor que he sabido, pero ella me lo ponía muy fácil. Otro abrazo muy fuerte para ti.
ResponderEliminarAunque estoy seguro que Kaken suscribiría el mensaje anterior, por error (eso de compartir el mismo ordenador tiene estos problemas), era mío el mensaje. Lo siento por el error. Pero me ha gustado que me llamen guapa, jajajajajaja.
ResponderEliminarUn abrazo Elvira
Pues guapo, jajaja! Un abrazo.
ResponderEliminarGracias a ti y a tu hija por compartir las fotos con nosotros. Como las anteriores, impresionantes en todos los sentidos. Y los niños guapísimos.
ResponderEliminarGracias, Cristina. Sí que son muy guapos.
ResponderEliminarAyer no disfruté bien de la película que te comenté pues no había manera de ponerla en versión original :(
Unas imágenes muy emotivas, trasmiten ternura. Admiro a las personas que como tu hija, dedican su esfuerzo a ayudar a los demás, seguro que te hace sentir orgullosa. Un abrazo
ResponderEliminarYo también las admiro mucho. Gracias por tu comentario, Javier. Un abrazo.
ResponderEliminarJo, qué bonito. De verdad. A mí estas cosas me enternecen. Y ese tipo de personas, como tu hija, son las que de verdad me hacen sentir pequeña. Un gran beso.
ResponderEliminarOtro gran beso y gracias, Ana.
ResponderEliminar¡Orgullosísima tienes que estar!
ResponderEliminarMagnífica labor la de tu hija, llevando amor y ternura a esos niños, así que un beso para ella.
Un beso muy fuerte para tí, por ser así y muchísimos besitos a esos encantadores niños.
Mucho, mucho, Montse, Gracias por tus palabras y muchos besos.
ResponderEliminarElvira me encantaría que me contases que sientes hacia esta hija tuya, y sus elecciones y decisiones, además de amor y orgullo.
ResponderEliminarA lo mejor lo tienes escrito en alguna entrada y yo, recién llegada, me lo perdí.
La conjunción del amor de madre y la satisfacción ,por cómo va eligiendo tu hija vivir, tiene que tener una dosis de renuncia por tu parte tan enorme como el mismo amor. Ya sé que en eso cosiste ser madre, o padre, pero no es tan frecuente que sea así...
Me encantaría leerte...
Ay, Chusa, ¿por dónde empiezo? Me encanta que vuele, que siga el camino tan bonito que ha elegido, y a la vez la echo muchísimo de menos, como es lógico. Creo que cuando queremos no debemos atar ni manipular, o al menos intentar no hacerlo. Al contrario, se trata de colaborar para que la otra persona sea más ella misma, soplar viento en sus velas y poner gasolina en su motor.
ResponderEliminarY lo que siento es que mi hija es lo más bonito que me ha pasado en la vida. He aprendido muchísimo con ella y de ella, a querer de otra manera, y también a quererme más y mejor. Si los hijos son un poco nuestros espejos, me veo más guapa gracias a ella. Y eso es un regalazo. Las relaciones bonitas de verdad hacen mejores a las dos personas que las viven.
A las amigas que tienen un nuevo novio, siempre les digo que si las veo más contentas y más ellas mismas que nunca, ya me cae bien el novio, aunque todavía no me lo hayan presentado. Buena señal, no necesito saber más. Y lo mismo pasa en todas las relaciones, creo yo.
Me has tirado de la lengua... Pero con las historias tan bonitas y profundas que nos cuentas, no podía dejarte sin respuesta. Me encanta leerte (además, una persona muy cercana murió de E.L.A. y tu último relato me ha conmovido especialmente).
Gracias y muchos besos.
Grande Lucía y grande tú por tejerle alas tan hermosas...
ResponderEliminarUn millón de besos.
Gracias por tus palabras, Io. Mil besos
ResponderEliminarMe parece algo extraordinario que una persona tan jóven tenga tan claro a lo que quiere entregarse, y que no es poco, al servicio de los más necesitados. Esta es una vocación que entraña un gran compromiso con la vida, pero estoy seguro que las cualidades humanas que posee tu hija harán fácil su trabajo.
ResponderEliminarAnimo y un fuerte abrazo.
Hola Antonio: ¡Qué gusto verte por aquí! Muchas gracias por tus palabras y un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Elvira.
ResponderEliminarYo también tengo el mismo barómetro que tú para las relaciones. Cuando alguien que está con otra persona se siente con más ganas de volar que nunca me da igual como sea el otro, a qué se dedique o qué dedique el tiempo libre, ver a una persona más contenta y capaz es la medida.
No se dá con mucha frecuencia, la verdad...
conseguir que tus hijos sean buena gente: respetuosos, solidarios, valientes y libres es el mejor de los méritos,por más que los echemos de menos...
Muchos besos para esa mamá y esa hija y muchas gracias por contárnoslo.
Muchas gracias, Chusa. Y mil besos para ti, tu manzanilla, tus árboles, tu mar y tus seres queridos.
ResponderEliminarKaken, perdón Juan, quería saber como serían sus padres, yo Elvira no te conozco, hace una semana que te sigo,pero por lo poco que sé y los comentarios que recibes, no hace falta saber nada más de tí. Un abrazo.
ResponderEliminarFandestéphane.
Muchas gracias, Fandestéphane. Un abrazo
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