Volviendo de coger moras (1987). Fotografía: Elvira CoderchSiempre me ha gustado esta foto, aunque lamento no tenerla en calidad digital. En la escena de delante mi hija le dice un secreto a su prima en el oído. Y detrás mi madre con la bolsa de moras, sujetándose el pelo por la tramontana.
Maravillosa fotografía tan cercana a tus entimientos de hoy como a un óleo impresionista de hace más de cien años.
ResponderEliminarGracias y saludos.
¡Muchas gracias! Sí que me recuerda a un cuadro: hace unos años alguien me dijo que le apetecía pintarlo. Y me inspira ternura, por supuesto.
ResponderEliminarLástima que mi escáner no reproduce la imagen con la calidad de la foto original.
Preciosa foto. Me ha recordado otra: esta
ResponderEliminarGracias por tus palabras y por la maravillosa foto que nos enseñas. Supongo que es de Gabriel Cualladó. He encontrado estas palabras suyas en internet:
ResponderEliminar"Mis fotografías siempre han reflejado el entorno que me rodea. Mi familia, mis amigos, mis compañeros de trabajo, y en general la gente con la que comparto mi vida, son mis modelos habituales. Pero cuando los fotografío no intervengo en sus maneras de actuar ni los sitúo de una forma especial; al contrario, es la actitud de ellos la que me interesa reflejar."
Gabriel Cualladó, 1985
http://www.gva.es/almussafes/cultural/htm/cult31/Cuallado/Pag57.html
Hola, Elvira, en este día de cumpleaños de tu blog acabo de descubrir que tenemos un hilo más que nos une: Espolla, en l'Alt Empordà.
ResponderEliminar¿Verdad que está hecha ahí esta fantástica fotografía?
Los primeros veranos de la infancia de mis hijos han transcurrido, disfrutando de mucha felicidad, en Espolla, donde pueden rastrearse algunas de sus raíces familiares de mi mujer familia Ros) y donde actualmente viven dos de sus hermanas.
Entre esto y tu relación y afecto con la Residencia de Estudiantes de Madrid, entre muchas otras cosas, cada vez me siento más cercano a tu persona.
Un abrazo,
enric
Hola Enric: síiii, detrás de la casa que ahora es de mi hermana, en una viña abandonada. ¡Qué gracia!
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte, Enric!