sábado, 20 de junio de 2009

Carl Larsson: Final del verano

Final del verano: Karin junto a la orilla (1908), de Carl Larsson. Malmö Art Museum, Suecia.

13 comentarios:

Luna dijo...

Cuando me levanto, estoy bastante lúcida y me hago preguntas.
¿ No tendría Larssón etapas negras?
¿No hay algún cuadro que lo refleje?
Todo no puede ser perfecto, todos tenemos nuestros tiempos negros, la felicidad no existe salvo pequeños momentos.

Besos indiscretos

Elvira dijo...

Eso mismo pienso yo. Quizás decidió no reflejar sus momentos negros en sus cuadros, ¿no crees? Van Gogh nos transmite belleza por encima de todo, aunque en algunos cuadros se puede adivinar algo, y él era un hombre muy atormentado. Seguramente su arte le salvó a ratos de mayor locura.

Mira lo que dice Mauricio Wiesenthal respondiendo a una pregunta de la periodista Ima Sanchís:

-¿Hay algún denominador común entre toda esa gente que usted ha perseguido?
-Todos eran personas capaces de transmutar sus propias miserias en energía creadora.

Besos

giovanni dijo...

Hello Luna and Elvira:
Intrigued by your questions and my own memories of his idyllic paintings (in my childhood I liked looking at the pictures in "Haus der Sonne", Casa del Sol, que mi abuela o madre, no sé quien era, trajo de un viaje a Suecia, y esas imágenes mostraban un mundo que uo anhelaba e encontré tambi;en en otros libros como "Los niños de Maminka" y "La pequeña casa en el bosque") copio parte de la información sobre Larsson que está en Wikipedia:
Larsson was born in Prästgatan No.78, a house on the Tyska Stallplan in Gamla stan, the old town in Stockholm. His parents were extremely poor and his childhood was not happy. Renate Puvogel, in her book Larsson, gives plenty of information about his life: "His mother was thrown out of the house, together with Carl and his brother Johan; after enduring a series of temporary dwellings, the family moved into Grev Magnigränd No.7 (later No.5) in what was then Ladugårdsplan, present-day Östermalm. As a rule, each room was home to three families; penury, filth and vice thrived there, leisurely seethed and smouldered, eaten-away and rotten bodies and souls. Such an environment is the natural breeding ground for cholera," he wrote in his autobiographical novel Me (Jag, Stockholm, 1931, p.21). Carl's father was also a good-for-nothing who worked as a casual laborer, sailed as a stoker on a ship headed for Scandinavia, and lost the lease to a nearby mill, only to end up there later as a mere grain carrier. Larsson portrays him as a loveless man lacking self-control; he drank, ranted and raved, and incurred lifelong anger of his son through his outburst "I curse the day you were born." In contrast, Carl's endlessly working mother provided for their everyday needs through her job as a laundress.[1] Carl's artistic talent was probably inherited from his grandfather on his mother's side, who was a painter by trade. However, at the age of thirteen, his teacher Jacobsen, at the school for poor children urged him to apply to the "principskola" of the Royal Swedish Academy of Arts, and he was admitted. During his first years there, Larsson felt socially inferior, confused, and shy. In 1869, at the age of sixteen, he was promoted to the "antique school" of the same academy. There Larsson gained confidence, and even became a central figure in student life.

giovanni dijo...

Olvidé dar el enlace:
http://en.wikipedia.org/wiki/Carl_Larsson

Elvira dijo...

That's very interesting, Giovanni. Thanks for bringing it here. I knew a little about it (see link on his name under the image), but not in such detail.

It makes a lot of sense, doesn't it?

Sra de Zafón dijo...

La nostalgia del fin del verano...
Uno de mis hermanos pequeños se ponía tan triste al fin del verano, cuando nuestros amigos empezaban a marchar y nuestras maletas comenzaban a circular por los pasillos, que siempre enfermaba. Todos los veranos tenía fiebre, fiebre melancólica, la última semana de agosto. Mi madre siempre tuvo miedo a que cuando se enamorase fuese capaz de morir de amor. Pero ya se enamoro y lo dejaron y sigue vivito y coleando, menos mal!

Sigo insitiendo en que Larsson es un gran narrador visual de pequeños grandes placeres, intensos y hermosos, que todos podemos experimentar sólo con aprender a disfrutarlos. La despedida del verano nos llevará a sus cuadros de salones y maravillosas y cálidas habitaciones.

Luna, yo no creo que Larrson no tuviese momentos terribles, pero probablemente ponerse a pintarlos no lo reportase ningún placer. Hay personas que son capaces, simpre, pase lo que pase, de mirar hacia lo que ellos consideran lo más hermoso.
Besos a todos.
¡Qué hermosa y placentera mañana de domingo estoy pasando por aquí!

Elvira dijo...

"Hay personas que son capaces, simpre, pase lo que pase, de mirar hacia lo que ellos consideran lo más hermoso."

Es lo más terapéutico, ¿verdad? Para uno mismo y para los demás que pasan por ahí. Lo cual no quiere decir que uno no pueda desahogarse o expresar las tristezas, eso también puede ser terapéutico si no se convierte en queja permanente, en estilo de vida. Una cosa es un desahogo puntual, y otra alimentar las tristezas.

Y yo disfrutando de vuestra agradable compañía. Besos, guapa!

Luna dijo...

Ay, no me hagáis mucho caso cuando hago esas preguntas.
Cuando veo todo tan perfecto, tranquilo, bucólico, siempre me pregunto
¿Qué hay detrás? y no puedo evitarlo, me da una rabiaaaa.
Besos a todos en el primer día de verano, añorando una piscina y el mar.

Elvira dijo...

Lo que hay detrás es compensar esa niñez tan durísima de la que hablaba Giovanni. Besos

Cristina dijo...

Ojalá fuera el final del verano ya...

Elvira dijo...

Eso del calor no te va nada, ¿verdad? A mí me encantaba cuando era niña y muy joven, ahora me agobia. Sobre todo cuando no se puede dormir de calor.

Cristina dijo...

Qué va. En Madrid lo llevaba mal, pero es que aquí con la humedad creo que lo llevo aun peor, y eso que a mí no me quita el sueño. Pero donde esté el frío...

Elvira dijo...

Menos mal que no te quita el sueño...